La Monstruo de Aranjuez

Pocas veces un resultado traduce con tanta fidelidad el desarrollo de un festejo, porque la Corrida de San Fernando deAranjuez era redonda en su composición y lo fue también en su desarrollo. Sin quitar méritos al entipado y notable encierro de Garcigrande -los dos últimos fueron de revolución- se vio a un Juli grande, que tradujo el drama en gloria, y a un Castella lúcido y fresco, toreando con inopinada enjundia. Hasta Manzanares, que se benefició de un público desatado, se sumó a la fiesta en el que cerraba plaza.
Y eso que el drama pareció apoderarse del bicentenario coso ribereño en el cuarto que volteó a El Juli de manera horripilante cuando lo mecía con el capote. Se repuso el madrileño, y primero con el capote en un quite hondo por chicuelinas y después con la muleta -hubo una serie de mano baja con la zurda antológica- cuajó al animal con la raza y la autoridad que le distingue. Antes sorteó un animal bajo y bien hecho que resultó noble pero blandeó en varas y le faltó empuje en la muleta del madrileño, quien se sirvió de su técnica y sentido del temple para empujar para delante su tenue acometida. 

El quinto fue el toro de la corrida pero Castella lo cuajó a la perfección desde el explosivo inicio de faena con pases cambiados en los medios. Fue faena compacta por el modo de enganchar las embestidas y traerse toreado a su enemigo en series de muletazos largos y profundos, instrumentados además de su habitual aplomo y firmeza, con sentimiento y cadencia. Le faltó raza al segundo, un castaño que apenas se desplazó de salida y llegó muy parado a la muleta de Castella, que lo tomó en corto y se metió pronto entre los pitones para tratar de aprovechar al máximo sus contadas embestidas.
Con la tarde venida arriba, Manzanares aprovechó la encastada calidad del sexto para diseñar una faena que sobresalió esencialmente por su expresión y puesta en escena, pues a su elegancia le faltó, en ocasiones, apretura. Como además se llevó a los medios al toro para entrarlo a matar recibiendo, se desató la apoteosis. Al tercero que tuvo calidad de sobra pero le faltó empuje, nunca lo apretó, le dio aire entre muletazo y muletazo y aprovechó su condición para acompañar con gusto sus enclasadas embestidas.

Plaza de Toros de Aranjuez. Corrida del Día de San Fernando. Lleno. 


Toros de Garcigrande, de buenas hechuras, nobles y con calidad.


El Juli (de nazareno y azabache): oreja y dos orejas y rabo.

Sebastián Castella (de rosa palo y oro): aplausos tras aviso y dos orejas tras aviso.
Jose María Manzanares (de azul rey y oro): oreja tras aviso y dos orejas y rabo.



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