Oportunidad aprovechada.

Alberto Durána quien la empresa tuvo el acierto de repetir tras su buena actuación del pasado domingo, no sólo ratificó esta tarde lo que ya mostrara hace siete días en esta plaza, sino que ofreció una mejor versión de sí mismo. Sin alharacas, serio en su estilo clásico, el zamorano pudo salir en hombros de haber manejado mejor espada y descabello. Salvador Barberán y Rafael Cerro fueron silenciados con una novillada de Monte La Ermita bonita de hechuras y de buen comportamiento.

El descabello dejó sin premio la primera faena de Alberto Durán. Contó el zamorano con un animal pronto, con recorrido y profundidad en la embestida, pero ya con el capote se volvió a atisbar su concepto. Hubo pique en quites con Cerro antes de una labor bien compuesta y bien descrita, tirando con aplomo del novillo, que tuvo su cenit en una gran serie con la mano zurda. Después de una estocada atravesada y una docena de descabellos, cambió la oreja por un par de avisos.

Se repitió la historia en el quinto, novillo que manseó en los primeros tercios pero acometió con vibración a la muleta hasta que se rajó. Durán se dobló por bajo primero y lo sometió después, fundamentalmente por el pitón derecho. Fue faena seria, enganchando al novillo por delante y ligando los muletazos con autoridad, pero los aceros volvieron a minimizar su actuación. No debería caer en saco roto el paso de este torero por Madrideste mes de abril, sobre todo de cara a las ferias que aún quedan por confeccionar.

Dos faroles de rodillas sirvieron de presentación a Rafael Cerro para saludar al tercero, ejemplar con más movilidad que clase, que escarbó entre serie y serie y se acabó pronto. El extremeño logró con la derecha, por donde el astado se desplazó mejor, los momentos más brillantes de una labor que no acertó a coronar de manera certera con los aceros. El sexto desentonó del conjunto pues no tuvo clase ni entrega. Novillo desagradable con el que Cerro sólo pudo justificarse.

Bonito de hechuras, noble, con ritmo y son, el único pecado del animal que abrió plaza fue su medida fortaleza en los primeros tercios, pues en la muleta de 
Salvador Barberán acometió con fijeza y celo. La faena del gaditano, algo deslavazada, no llegó al tendido. Luego estuvo largo rato con el castaño cuarto, manejable pero de poca raza, con el que tampoco encontró eco.



Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 22 de abril de 2012. Un cuarto de plaza. 


Novillos de Monte la Ermita, preciosos de hechuras, parejos, y de buen comportamiento. 


Salvador Barberán (de verde botella y oro): silencio y silencio tras aviso.
Alberto Durán (de verde manzana y oro): palmas tras dos avisos y ovación tras aviso
Rafael Cerro (de blanco y oro): silencio tras aviso en ambos. 


Saludó Víctor Nieto tras parear al cuarto.


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